Uno de los ejemplos más comunes al explicar derechos de autor es aquel en el que te pedimos que imagines lo que pasaría si a dos personas se les encargara dibujar el mismo paisaje. Es útil para mostrarte que los resultados, aunque basados en la misma idea, serán distintos y por lo tanto se tratará de dos obras independientes.

Y es que no parece muy probable que dos creaciones viniendo de mentes diferentes puedan coincidir de manera muy relevante, sin embargo, existe un caso muy extraño.
Resulta que el 12 de marzo de 1951, mientras en el Reino Unido se publicaba el comic creado por David Law sobre un niño llamado “Dennis the menace”, en Estados Unidos hacía su debut la historieta creada por Hank Ketcham con exactamente el mismo título.
Hoy pensarías que indudablemente se trata de un plagio pero resulta que en aquellos días era prácticamente imposible que los autores tuviesen conocimiento de lo que estaba pasando al otro lado del océano atlántico.

Además, fuera del nombre, los personajes tienen muy poco que ver entre sí. Físicamente son diferentes y tienen una personalidad casi opuesta, pues mientras que el Dennis norteamericano es un niño esencialmente bueno al que se le ocurren un par de travesuras inocentes, su homónimo británico es algo así como un punk que acostumbra destruir cosas y hacer daño solo por el gusto de hacerlo.
Para un tema de plagio habría que considerar al menos:
1) La oportunidad de conocer el trabajo previo: Como ya mencionamos, era prácticamente imposible que tuviesen conocimiento de la otra creación, aunado al hecho de que sería muy difícil determinar cuál de los dos trabajos es el que debería considerarse previo.
2) El beneficio obtenido de copiar el trabajo previo o causar confusión: Al ser publicados al mismo tiempo, difícilmente podría existir una intención de aprovecharse del trabajo ajeno pues ninguno tenía una fama o prestigio que pudiese servirle al otro.
3) La falta de diferencias esenciales: Los personajes son tan diferentes entre sí, que si tuvieran otro nombre, no existiría prácticamente ninguna otra coincidencia, además de que quizá tienen ese nombre por la rima que produce pronunciar en inglés las palabras: Dennis y Menace.
Hubiera sido un caso muy interesante y complicado pero los creadores al enterarse de la situación se la tomaron con mucho humor y decidieron aceptar que se trataba de una increíble coincidencia por lo que no iniciaron ninguna acción legal y optaron por coexistir.
Sin embargo, hubo algunas adaptaciones para evitar confusión en el público. Por ejemplo: el autor británico cambió el título de su historieta a “Dennis and Gnasher” (así se llama el perro del niño) mientras tanto la película como el videojuego (muy malo, por cierto) del Dennis estadounidense llegaron al Reino Unido titulados simplemente como “Dennis”.
Una coincidencia muy grande que quizá en nuestros días sería difícil de creer. El acuerdo de los creadores fue positivo para ambos pero ¿Qué opinas tú?