Contrario a lo que algunas personas creen, un contrato privado no requiere de un formato o soporte específico; si en éste consta claramente lo que las partes quisieron pactar y las obligaciones de cada una de ellas, tendrá validez aunque se firme en una servilleta (incluso si está sucia).

Algo similar ocurre con los pagarés que, aunque con más requisitos, pueden también ser válidos independientemente del soporte material en el que se otorguen. Por ejemplo: el documento debe mencionar que se trata de un pagaré, contener el nombre de la persona a quien ha de hacerse el pago, la promesa incondicional de pagar la suma de dinero, la época y lugar de pago, la firma del acreedor, entre otros.
Sin embargo, en caso de haber conflicto, probar la autenticidad de un simple trozo de papel se puede volver complicado y es por eso que lo más común es que estos documentos se firmen en soportes más formales, como hojas de papel. e incluso que se acuda a un notario público para que dé fe de la existencia del acto.
Pero que quede claro, el contrato o pagaré será válido porque cumple con sus requisitos esenciales, no por el soporte en el que se firmó ni por la participación del notario.
Esto nos lleva al caso que sufrió Gabriel Batistuta, uno de los mejores delanteros de la historia del fútbol y, hasta antes de que llegara Lionel Messi, el máximo goleador de la selección Argentina.
Su carrera en clubes italianos fue tan exitosa que, a decir suyo, mientras vivía en Florencia, nunca tuvo que hacer el súper porque todas las mañanas había gente que acudía a su casa a regalarle comida y despensa a manera de tributo.
Cuando se mudó a Roma, el asedio continuó al grado en que decidió irse a vivir un tiempo a Australia para tener algo de privacidad, plan que le salió tan bien, que relata haber recibido en un bar explicaciones sobre las reglas del fútbol por parte de unos “aficionados” al fútbol australianos.
Considerando este contexto, sobra decir que Gabriel ha otorgado innumerables autógrafos, es decir: ha estampado muchas veces su firma en pedazos de papel en blanco.
Y esto se volvió un problema en el año 2012 cuando un fanático en Argentina le pidió un autógrafo y el futbolista accedió sin saber que encima de su firma, el aficionado escribiría la palabra “Pagaré“ y la cantidad de $320,000.00 pesos argentinos (el equivalente, más o menos a $45,000.00 dólares), para posteriormente intentar cobrarlo (con todo e intereses) mediante un juicio ejecutivo.
La defensa de Batistuta contestó señalando que el ex futbolista utiliza dos firmas: una para documentos legales y otra para cuestiones populares, siendo ésta última la que aparecía en el autógrafo que intentaron utilizar para estafarlo.
Asimismo, y quizá más importante, presentaron una denuncia en contra del hincha por el delito de estafa por abuso de firma en blanco (figura del derecho penal argentino).
Esta denuncia, provocó que la persona abusiva se asustara y desistiera de su juicio ejecutivo, librando al goleador de toda obligación de pago, sin necesidad de entrar a la discusión de la validez del documento.
Sin embargo, el debate habría sido interesante ya que al final del día, aunque fuese otra firma, se trataba de una elaborada por el futbolista ¿Qué tan válido habría sido argumentar que esa no se utiliza usualmente para obligarse frente a terceros? Afortunadamente para Gabriel, nunca lo sabremos.
¿Qué opinas de este caso?