Marcas ofensivas.

Hoy en día sería impensable titular a un pan de chocolate como “Negrito”, utilizando en la etiqueta el dibujo de un personaje de raza africana con vestimenta de tribu y exagerando sus rasgos físicos, pero en los años cincuenta, época en la que surgió esta marca, nadie pareció escandalizarse.

El artículo 4 de la Ley de la propiedad industrial establece que no se concederán registros de marca cuando éstas sean contrarias al orden público, la moral y las buenas costumbres.

Pero ¿Qué son la moral y las buenas costumbres ?

Se trata de conceptos indeterminados y controvertidos que dependerán no sólo de la cosmovisión de las personas encargadas de examinar el caso específico sino también del contexto.

Contextos temporales y territoriales.

Lo que provocan tanto las palabras como las imágenes está íntimamente relacionado con su contexto temporal y territorial.

Volviendo al ejemplo del inicio, juzgando la ignorancia del pasado con el conocimiento del presente, todos podríamos condenar a la empresa que fabricó este pastelito.

No obstante, debemos tomar en cuenta que en nuestra historia tenemos un negrito en el juego de la lotería o que el repertorio de canciones de Cri Cri incluye títulos como Negrito Sandía o Negrita cucurumbé , lo que nos hace pensar que en décadas pasadas, no tan lejanas por cierto, el concepto caricaturizado de las personas de raza negra eran tan aceptado en nuestro país (no por ello correcto) que el fabricante simplemente actuó de acuerdo con su contexto temporal y territorial.

Quizá en aquellos años la marca no hubiese sido concedida en muchos otros países.

Todo lo contrario ocurre por ejemplo con la palabra Güey que en épocas pasadas era considerada altisonante (prohibida incluso en las radiodifusiones) mientras que hoy es una muletilla de uso tan común que difícilmente ofende a alguien y aún así, recientemente hubo una discusión relacionada con una marca que la incluye.

Globalización.

Hoy tanto los actos de particulares como de autoridades pueden ser vistos y evaluados fácilmente en cualquier parte del planeta y ello claramente impacta en la evaluación de cada caso, pues conceder un registro con posibilidades de resultar ofensivo en algún otro rincón del mundo, podría generar un gran repudio internacional al IMPI o a los tribunales que en vía de impugnación lo concedan.

Así también es mucho más sencillo descubrir si una palabra consiste simplemente en un insulto traducido (más de veinte marcas incluyendo la palabra Fuck han sido solicitadas).

El contexto territorial se ha ampliado tanto que incluso muchas marcas que parecían inofensivas, hoy no lo son (como el caso del Negrito).

Diversidad de acepciones y libertad de expresión.

¿Qué pasa si una palabra tiene varios significados y uno de ellos es ofensivo? Apenas el año pasado, un criterio judicial estableció que debe concederse el registro de una marca que contenga una palabra malsonante si ésta no es su única connotación.

Aunque no consiste en una interpretación obligatoria, sin duda es un precedente de relevancia ya que deja de manifiesto l a intención de no restringir la libertad del uso de nuestro lenguaje y la de elegir la marca que nos parezca más adecuada.

Pero nuevamente, este es un terreno ambiguo ¿Cómo hacer compatibles nuestras libertades con estas prohibiciones? ¿Cuál es el alcance de nuestra libertad y como podemos evitar que su amplitud dé lugar al surgimiento de marcas racistas, xenófobas, ofensivas y demás ?

Estudio individual de los casos

Debemos recordar que cada caso se estudia de manera individual lo que implica que estaremos sujetos al criterio de las personas que evalúen nuestra marca y que no podemos, al menos en el trámite registro, citar otros expedientes, es decir, no podemos recurrir al: “Si concediste esta marca ¿Por qué la mía no?

Cada caso tiene sus diferencias sustanciales y tanto el destino como el público meta de la marca deberían ser tomados en cuenta; no es lo mismo incluir un albur en una marca utilizada para cursos de sexualidad que en una para juguetes infantiles.

Los criterios han evolucionado sin duda y es cierto que ya empezamos a ver marcas registradas que contienen “maldiciones” (muy pocas todavía), sin embargo, queremos que tomes en cuenta que elegir una marca así es un riesgo y quizá te vaya a colocar en la situación de tener que impugnar una negativa de registro, lo que involucra, tiempo, dinero e incertidumbre.

Piensa muy bien si vale la pena.

¿Qué opinas de este tema?

Todos los derechos reservados © Adrián Ricardo Flores Lozano. 2020

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